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14 febrero 2023 2 14 /02 /febrero /2023 18:48
Recreación de la posible disposición de la mano en la casa

Recreación de la posible disposición de la mano en la casa

El descubrimiento, durante el proceso de restauración, de textos en escritura similar a la ibérica que incluyen una palabra relacionable con el vasco, grabados sobre la superficie de una placa recortada de bronce en forma de mano datada en el primer tercio del s. I a. C, ha supuesto una pequeña revolución en el conocimiento de la población vascona y su cultura en los inicios de la dominación romana.

El poblado vascón de Irulegi, en el que se han detectado varias fases desde la Edad del Bronce y a lo largo de la Edad del Hierro, fue incendiado y destruido en el marco de las llamadas guerras sertorianas, hacia el 76-74 a. C. Descubierto y publicado ya por A. Castiella en 1977, el castro de Irulegi está siendo excavado desde 2018 por un equipo de arqueólogos de la Sociedad Aranzadi (después de la excavación del cercano castillo medieval de Irulegi)

Las guerras sertorianas en la Cuenca de Pamplona

Las guerras sertorianas vienen a ser la fase final de la guerra civil en Roma entre populares de Cayo Mario y optimates de Sila, trasladada a la península ibérica por el enfrentamiento entre Sertorio de la facción popular, y Cneo Pompeyo. En varias fases, se extiende entre el 82 y el 72 a. C. Se piensa que en el 75 a.C., durante la invernada de Pompeyo y sus tropas en territorio vascón, se refunda la ciudad vascona (se supone que Iruña) principal de la cuenca de pamplona, la futura Pompelo.

Los datos arqueológicos invitan a pensar que las tropas romanas se organizan ese invierno (muy probablemente con vocación de perdurar un tiempo) en varios campamentos. Se conocen dos de esa época, que flanquean la terraza de Pamplona. Uno ha sido identificado en la elevación de la serrezuela de Gazólaz, junto a la confluencia entre los ríos Arga y Elorz, en el paraje de denominado Vistabella. Y el otro en el monte Santa Cruz, un cerro del valle de Aranguren no muy lejano de Irulegi.

Los glandes inscriptae o proyectiles de honda localizados, con inscripción alusiva a Sertorio, en el valle de Aranguren, en el campamento de Ormiñen-San Sebastián de Cintruénigo, y los conocidos de procedencia imprecisa pero asociados a territorio navarro, certificarían los enfrentamientos entre tropas de Pompeyo y sertorianos. Y explicarían los datos descubiertos durante la excavación, que muestran la destrucción del poblado de IRULEGI en esa época, durante lo que parece un conflicto armado.

El poblado de Irulegi

Está ubicado en la zona oriental del valle de Aranguren, en la cima de Irulegi o peña de Laquidain, en una posición estratégica de amplia visibilidad, a unos 900 m de altitud. Una altura poco común para los poblados de la época, que suelen ubicarse a unos 600 m.s.n.m. Investigadores como Javier Armendáriz, Martínez, o Argandoña, resaltan la importancia de este poblado para la zona de la Cuenca de Pamplona y el acceso a los valles pirenaicos.

Atendiendo a los materiales, su historia comienza a inicios del Bronce Medio, hacia el 1600-1400 a.C. Asentado en la Edad del Bronce en la parte más alta, cerca del castillo medieval de Irulegi, se expande ladera abajo en varias fases durante la Edad del Hierro. Su destrucción intencionada en lo que parece un episodio bélico hacia el 75-74 a. C, sella su fase final, momento en que se extendía aprox. unas 14 Has.

En un primer momento, la Sociedad Aranzadi, con Mattin Aiestaran como director de la excavación, realizó en el espacio del yacimiento catas de 1x3 m, en profundidad (se detecta una potencia estratigráfica de hasta 1,9 m), para tener una referencia estratigráfica, de materiales, dataciones C14.

Tras una fase posterior de estudios de georadar, se delimitó una zona para la excavación en área. En ella, desde 2018, se han centrado en la fase final del poblado. Se han exhumado varios edificios de zócalo de piedra y alzados de ladrillo de adobe. Con lo que se conoce hasta ahora, parece que la estructura del poblado (edificios, calles) conserva el modelo “tradicional” de los poblados de la Edad de Hierro en el alto Ebro. Uno de los edificios, de planta cuadrangular, muestra la influencia romana y la coexistencia con la cultura tradicional: bajo el derrumbe, combina elementos de origen romano como vajilla campaniense, con la pervivencia de la cerámica celtibérica. En una de las viviendas se recuperó el enterramiento de un individuo perinatal.

La excavación está en una fase inicial. Así que no hay datos suficientes como para establecer conclusiones sobre modos de vida, aunque los restos de fauna indican de manera preliminar la existencia de actividad ganadera en esta fase final del poblado, con clara preferencia por ganado caprino (56,2%), seguido de cerdo (20,8%) y vacuno (19,6%)

El tipo de derrumbe y los materiales recuperados bajo los derrumbes, los indicios claros de altas temperaturas por fuego intencionado que parecen afectar a cada edificio, y sobre todo la recuperación de material bélico de tipo romano, como las 30 flechas incendiarias localizadas en la excavación, permiten deducir un final abrupto aparentemente relacionable con los enfrentamientos de las guerras sertorianas, si nos atenemos también a los proyectiles de honda con inscripciones alusivas a Sertorio, recuperados por prospectores en este mismo valle.

Localización de la mano de Irulegi

El descubrimiento data de junio de 2021, aunque se conoció la presencia de inscripciones durante el proceso de restauración en enero de 2022. Fue localizada en la excavación de una vivienda de zócalo de piedra y paredes de adobe, en una zona interpretada como vestíbulo y que contaba con un suelo de grandes losas. Un nivel de incendio sellaba y cubría el nivel en el que se recuperaron los materiales, incluida la mano, que en un primer momento se identificó como un posible aplique de casco.

La mano de Irulegi

Se trata de una lámina de bronce recortada que representa una mano casi a tamaño natural, esquematizada. El lado de la palma es liso. En el lado del dorso, además de las inscripciones, se aprecia la conservación parcial del grabado de la forma de las uñas. Mide 143,1 x 127,9 mm, con un grosor de 1,09 mm y un peso de 35,9 gr. En la parte cercana a la muñeca se localiza una perforación de 6,51 mm, posiblemente - para los investigadores – para que la pieza fuese colgada de un clavo en la entrada de la casa.

Precedentes y similitudes

Hay muy pocos casos de manos recortadas de este periodo. Hay dos casos peninsulares, ambos ágrafos, en Huesca y Teruel. En el caso de Huesca, se localizó en Alcubierre una placa recortada de plomo con forma de mano y perforación en la misma orientación, pero sin inscripción. Aparece en un contexto ibérico en el. S II a. C. Un ejemplo algo posterior, de época romana, recuperado en Yemen (hoy en el Museo Británico), sí cuenta con inscripciones apotropaicas en el dorso

La inscripción

En lo que podemos considerar el dorso de la mano encontramos cuatro líneas de texto, en las que cuarenta signos forman cinco palabras: sorioneku, tenekebeekirateren, oTirtan, eseakari, y eraukon. Sólo se conoce de momento el significado de la primera, sorioneku, perpetuada en el vasco actual y traducible como afortunado.

La factura de la inscripción parece realizada en dos fases. En una primera fase, una fina línea dibuja los signos. En una segunda fase, las líneas eran repasadas mediante punteado, algo más propio de los celtibéricos.

Irulegi y la epigrafia vascónica

Son escasas las evidencias de escritura de las lenguas paleohispánicas en la península, y hasta la fecha no había datos de la franja cantábrica y de la zona vascona. Había varios casos con inscripciones y palabras que parecían anunciar la posible existencia de algún signario en el ámbito vascón, pero con ciertas dudas. Como en los casos de monedas de zona vascona, vinculadas a Iaca (jaca), Segia (Ejea), Alaun (Alagón). O los casos de monedas que se vinculan a Navarra, pero de las que no se conoce con fiabilidad su origen, como las de la inscripción barscunes. En algunas monedas, la presencia de signos desconocidos, o la aparición de la T, indicaban posibles diferencias con el signario ibérico.

Junto a las monedas, hay fragmentos poco claros de inscripciones, en Olite y Pamplona. Se conoce en el mismo valle de Aranguren, aunque localizado de manera irregular y furtiva, una pieza de bronce, pero tan fragmentaria, que no era posible identificar en qué lengua estaba escrita. Fuera de su evidente ubicación geográfica, tampoco hay seguridad sobre la filiación vascona de la inscripción de un mosaico del yacimiento romano de Andelo en Mendigorría.

Para el filólogo y epigrafista Javier Velaza, la inscripción de Irulegi no es una variante del espacialmente cercano signario celtibérico. Derivaría del ibérico nororiental. Esta variante, que podemos denominar “signario vascónico”, presenta adaptaciones para reflejar sonidos o fonemas existentes en lengua vascónica y no en el signario ibérico. Para Velaza y el lingüista Joaquín Gorrotxategi, como reflejo de una lengua paleohispánica, y como los derivados del griego y fenicio, el texto de la mano muestra un semisilabario. El uso de dos símbolos r en el texto de la mano ya descarta que sea celtibérico o galo, y lo centra en el ibérico o una lengua local. La clave, la presencia del símbolo T, que no aparece en el ibérico y sí en dos monedas vasconas de Navarra, en los textos ontikes y unambaate.

Y lo que le da el impulso decisivo a su asociación con la lengua vascona se refiere a los signos de la primera línea, que conforman la palabra sorioneku, para la que se en encuentra un paralelo en el vascuence reciente y en el euskera. Para Gorrotxategi, de momento le parece más fiable la relación desde la parte sorion, que la terminación -eku. Pero lo cierto es que la similitud con la palabra sorioneko, traducible como afortunado, es grande. Lo que ha llevado a la interpretación de esta pieza y sus inscripciones como un elemento de finalidad ritual y apotropaica, ubicado posiblemente en la entrada de la vivienda.

Importancia del hallazgo

De lengua vascónica, lo poco escrito conservado (palabras escritas en monedas, nombres de personas y divinidades incluidas en inscripciones funebres, etc.) era poco definitorio o seguro, ubicable en pleno periodo romano. Los siguientes textos en vascuence datan del s. XV.

Hay pocos ejemplos de inscripciones de lenguas paleohispánicas, pero en el caso de la lengua vascónica se pensaba que no tenía traslación gráfica, que carecía de escritura. Sumado a varias monedas con inscripción, los textos de la mano de Irulegi indican la existencia de un signario adaptado del ibérico para escribir en otra lengua, con vitalidad como para su uso privado. Algo de lo que no había ejemplos en esa época. Su factura en dos fases, primero línea y luego punteado, lo convierte en algo excepcional. Tampoco hay ejemplos de ese momento de inscripciones sobre soporte con forma de mano.

De ahí la importancia que adquiere un yacimiento del que todavía se ha excavado poco, y permite esperar hallazgos relevantes en las futuras campañas de excavación.

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