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  • : El blog de marianosinues
  • : Blog dedicado a la Cultura,Historia, Arte, Arqueología, Prehistoria, Origen del Hombre
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9 septiembre 2014 2 09 /09 /septiembre /2014 09:34

 

El nacimiento de la Prehistoria como ciencia, y la aceptación de la antigüedad del hombre, son coetáneos del terremoto intelectual originado por la polémica sobre la Evolución y las teorías de Darwin. Coetáneos, pero no consecuencia de sus escritos, sino de una polémica más vieja, generada por el transformismo.

Visiones antitéticas sobre el origen del hombre

El gran debate sobre el origen del hombre enfrenta a dos visiones antitéticas de la existencia y la historia, pero se apoya en factores que exceden a la ciencia.

Por un lado, la antigüedad “prehistórica” es apoyada o refutada por aportaciones de la ciencia como la etnografía, la geología, la paleontología.

Pero al mismo tiempo choca con el conflicto que crea para la moral tradicional y las lecturas literales de la Biblia.

Además, está directamente influido por el conflicto sociopolítico derivado del descalabro que para Francia, cuna de la ciencia prehistórica, supone la derrota de 1870 ante Alemania, y de la creación de la 3ª República.

Los pioneros y su formación personal como factor

El origen científico y el carácter multidisciplinar de la formación intelectual de los investigadores pioneros en la investigación arqueológica concebida ya como rama de la ciencia, será básico.

La nueva ciencia adopta y adapta préstamos intelectuales de la Geología, Etnografía, la Paleontología, Arqueología, Antropología, la Historia, la Historia del Arte, entre otras.

La dificultad estribaba en que cada uno de estos campos contextualiza la cuestión en su propio discurso historiográfico, y será la intersección de todos ellos la que irá dibujando los límites y conceptos de la Prehistoria.

Los esfuerzos por la legitimación científica de la nueva ciencia

Los investigadores se enfrentaban además a la necesidad de una legiti­mación científica que reforzara el todavía precario status científico de la Prehistoria, y le concediera a ésta el mismo rango de las ciencias llamadas naturales.

Contaban con una gran desventaja. Carecían de un soporte y apoyo universitario. Las cátedras y la enseñanza universitaria de la nueva disciplina no llegan hasta los inicios del s. XX.

De ahí la proliferación de instituciones y publicaciones que reivindicaran el carácter científico de su tra­bajo. Se crean museos, sociedades arqueológicas, revis­tas especializadas. Se multiplican los congresos na­cionales e internacionales.

Francia y el Transformismo

En este vertiginoso esfuerzo por crear una nueva ciencia sobre el hombre prehistórico, Francia y sus investigadores resultarán claves en este proceso. Pero la base teórica que guiará la mayoría de la investigación decimonónica francesa depende del modelo evolucionista que aplica a sus juicios sobre el hombre prehistórico: el transformismo (y no el darwinismo).

Al darwinismo, mal visto por la sociedad católica y por el mundo científico francés, se le achaca el excesivo materialismo en sus presupuestos evolutivos (para lo que podía asumir el contexto sociocultural burgués imperante); y que deje al azar un papel que no asume una comunidad científica que ve en el progreso la fuerza que dirige el devenir del hombre a lo largo del tiempo

No hay que olvidar la cuestión temporal. La polémica de Darwin crece cuando ya el transformismo de Lamarck batallaba desde hacía medio siglo con el catastrofismo de Cuvier. Naturalistas como Gérard, o los Geoffroy Saint-Hilaire (pa­dre e hijo) impondrán las tesis transformistas, asentadas profundamente durante déca­das en las nuevas generaciones de naturalistas franceses, y por extensión en todo campo que trabaje en el campo evolutivo, incluido la prehistoria.

Para cuando Darwin publica en 1859 su “Origen de la especies”, Boucher de Perthes había publi­cado doce años antes su descubrimiento de sílex tallado en estratos antiguos del Somme, Fuhlrott había publicado en 1856 los hallazgos del hombre de Neandertal, y ya había hallazgos de arte mueble: en 1853 Brouillet encuentra el hueso grabado de Chaffaud. Lartet localiza en 1860 un cuerna de ciervo con un osos grabado en la cueva de Massat. Lartet y Crhistie publican en 1864 la obra que dará carta de natu­raleza al arte mueble paleolítico dos años antes de que se convocara el primer congreso internacional de antropología y arqueología prehistórica, que verá plantear el problema del hombre terciario en 1867 en su 2ª sesión de París

La interpretación a priori y Mortillet

G. de Mortillet (1821-1898), origen de los elementos claves para la clasificación y subdivisión cronológico-cultural de la prehistoria, aplica esquemas “neo-lamarckianos” deudores de la Geolo­gía y las ciencias naturales.

Entre 1869-1872, Mortillet define su concepción del tiempo prehis­tórico, de influencia considerable en la investigación. La historia de la evolución se constituye, en un movimiento de sucesión linear de estadios sucesivos, en un progreso continuo y global.

mortillet.jpg   G. de Mortillet

Mortillet refleja el problema principal de estos primeros prehistoriadores: las soluciones a las preguntas se basan más en postulados quasi ideológicos e intuiciones, que en argumentaciones coherentes; y las teorías no derivan tanto de los hechos como de otras teorías, y son los hechos los que son interpretados para que converjan con las teorías a priori.

La idea común resultante de la visión transformista de la cultura defiende una evolución unidireccional y progre­siva desde el comienzo de la humanidad. Esto reduce drásticamente el potencial intelec­tual y cultural admitido para el primitivo.

Esta idea calará tan profundamente en la sociedad y los medios de comunicación, que todavía hoy define la idea que se tiene a pie de calle (e incluso entre muchos intelectuales) sobre el hombre prehistórico (lo que se acentúa aún más al hablar del hombre de neanderthal, o de momentos anteriores).

 

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