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4 abril 2016 1 04 /04 /abril /2016 11:34

Trinchera del ferrocarril y Sima del elefante

La sierra de Atapuerca es uno de los más importantes enclaves arqueológicos/ paleoantropológicos del mundo. Sus yacimientos albergan evidencias fósiles, y arqueológicas (industria lítica, huesos de fauna con marcas de carnicería, etc.), de toda la secuencia de homínidos que ha habitado el continente europeo, desde hace un millón trescientos mil años, hasta el presente. Fósiles humanos con una calidad excepcional, y en un volumen sin igual (de algunos de los homínidos europeos, Atapuerca alberga más del 80% de los restos recuperados en el continente). Es uno de los escasos sitios en los que se han recuperado restos humanos de más de un millón de años. Cuenta con el excepcional enclave de la Sima de los Huesos, hasta la fecha probablemente la evidencia más antigua de prácticas de enterramiento, de hace cerca de medio millón de años. Y sólo se ha excavado hasta la fecha una pequeña parte de cada yacimiento.

Aquí nos vamos a centrar en los tres que son visitables, los localizados en la antigua trinchera del ferrocarril una visita que desde luego se puede considerar como imprescindible para un historiador, ineludible para un prehistoriador, y maravillosa para cualquiera con afición por la Historia con mayúsculas.

Una sierra que domina un corredor natural

Situada a unos 15 km al este de la ciudad de Burgos, la sierra de Atapuerca, a 1085 m s. n. m. y elevada poco más de setenta metros de su entorno más cercano, domina el corredor de la Bureba, Un corredor natural que conecta las grandes cuencas del Ebro y del Duero, y que está flanqueado, a un lado por las masa montañosas que se continúan hacia la cordillera Cantábrica y el Pirineo; y al otro lado por la propia sierra de Atapuerca y la sierra de la Demanda, que es el remate septentrional de la larga alineación montañosa de la Cordillera Ibérica.

El paisaje de la sierra ha evolucionado al ritmo de los ciclos de erosión-sedimentación y ascenso durante el Neógeno, y de la excavación de los actuales valles fluviales durante el Cuaternario. De ahí los 14 niveles de terrazas que se suceden desde casi cien metros por encima del cauce actual del río Arlanzón. Y ahí está también el origen del importante complejo kárstico excavado en la sierra de Atapuerca.

El complejo kárstico de Atapuerca

El complejo kárstico de Atapuerca abarca una secuencia subhorizontal de tres niveles de conductos, colgados a 90, 70 y 60 m sobre el actual cauce fluvial. En este karst, de casi cinco km de conductos explorados, sobresale el Sistema de Cueva Mayor-Cueva del Silo, Cueva Peluda y Cueva del Compresor, y las cavidades de Trinchera: Sima del Elefante, Gran Dolina y Complejo Galería.

La confluencia de la abundancia de cavernas en la sierra, amplias y bien orientadas, que dominan este corredor natural, en un paisaje variado enriquecido por los ecosistemas derivados de la transición entre los dominios de montaña y llanura fluvial, y la conexión entre cuencas fluviales, explica la presencia humana ininterrumpida en este entorno desde hace más de un millón de años, y la larguísima secuencia de ocupaciones en las cavidades estudiadas hasta la fecha.

Una investigación en varios frentes

Aunque varias cavidades de la sierra son conocidas desde antiguo, la excavación a finales del siglo XIX de una trinchera que atravesaba la sierra, para permitir el paso de un ferrocarril minero, puso a la luz el sedimento de cavidades colmatadas desde hace miles de años. Tras décadas de abandono tras finalizar la actividad del ferrocarril, y de actividad de espeleólogos aficionados que alteraron parte de la Sima de los Huesos, las investigaciones paleontológicas de T. Torres en la década de los setenta sacaron a la luz también un mandíbula humana, que animó al catedrático Emiliano Aguirre a comenzar una investigación de los yacimientos de la sierra que ha continuado hasta hoy, bajo la dirección de J. Arsuaga, E. Carbonell y J.M. Bermúdez de Castro.

Hasta la fecha, las investigaciones en la Sierra de Atapuerca se han centrado en varios frentes: los yacimientos localizados en la trinchera del ferrocarril de (Sima del Elefante, Gran Dolina, y Galería – Covacha de los Zarpazos); las cavidades abiertas en la sierra (Cueva Mayor, Cueva del Mirador y Cueva Ciega; y varios yacimientos al aire libre (Hotel California, Hundidero, y Valle de las Orquídeas).

Los yacimientos de la Trinchera de Atapuerca

1. TRINCHERA - SIMA DEL ELEFANTE (TE)

Localizada a ambos lados del corte de la Trinchera del ferrocarril. Se trabaja en uno de los lados desde años 80, con excavaciones sistemáticas desde 1996. A la luz de lo que se conoce, el espacio que se excava corresponde a la sección transversal de una antigua galería kárstica de más de 15 metros de altura y 18 metros de anchura máxima, totalmente colmatada de sedimentos pleistocenos. Incluida en el complejo kárstico de Cueva Mayor/Cueva del Silo, se localiza al final de la Galería Baja de Cueva Mayor, desconociéndose aún la relación sedimentológica entre ambos sitios. La estratigrafía muestra una sucesión de fracturas y hundimientos de las galerías adyacentes, y una compleja historia en la que poco a poco se añaden sobre los accesos del sedimento y su evolución, con niveles de tipo erosivo, flujos detríticos, sedimentación de flujo por gravedad, depósito de corrientes hídricas relativamente organizadas, etc.

La secuencia estratigráfica completa alcanza los 25 m de potencia. Alberga abundantes evidencias del Pleistoceno Inferior y Medio. En los niveles superiores se recuperó industria lítica de Modo 3 (Musteriense). Más antiguos, encontramos niveles del Pleistoceno Medio-Final de entre doscientos y trescientos cincuenta mil años de antigüedad con abundantes restos paleontológicos e industria lítica del Modo 2 (Achelense).

Los niveles inferiores presentan una inversión paleomagnética (chron Matuyama), que los situaría antes de los 780. 000 años BP de dicha reversión magnética. Entre ellos destaca el nivel TE9c, con una datación absoluta por encima del millón doscientos mil años, en el que junto a industria lítica del Modo 1 u Olduvayense, y restos de fauna con marcas de carnicería (marcas de corte y fracturas), localizaron una mandíbula y una falange de Homo, que los sitúa en el reducidísimo grupo de restos humanos europeos con esa antigüedad.

2. TRINCHERA GALERÍA (TG) y COVACHA DE LOS ZARPAZOS

Fue el primer yacimiento excavado de forma sistemática. En 1978 se trabajó en los derrubios del frente de cantil de las paredes de la trinchera del ferrocarril. Hacia 1980-1981 se empieza la excavación sistemática.

En conjunto se trata de una galería subterránea totalmente colmatada, de 16 metros de potencia, El hundimiento del techo de la galería formó la chimenea en forma de sima. Una trampa natural donde caían (o eran empujados por los cazadores) numerosos animales, luego aprovechados por los humanos y otros carnívoros, que entraban por una pequeña embocadura, identificable con la zona izquierda del yacimiento, una oquedad conocida como Covacha de los Zarpazos.

Los depósitos de Galería, ricos en fauna y evidencias antrópicas, son anteriores a los 200.000 años. Se dató entre 180.000 y 200.000 años BP un espeleotema del techo de la cavidad, del último momento de sellado por colmatación de la cavidad. El inicio de la secuencia estratigráfica, a la luz de la fauna, ronda los 400.000 años BP.

La excavación de los sucesivos paleosuelos de ocupación humana diferenció 6 niveles con abundante industria lítica del Modo 2 (Achelense). La industria (en silex y cuarcita), y las características de los restos de fauna con marcas de descarnación, indican presencias esporádicas de aprovisionamiento. El lugar de habitación se ubicaría en la cercana cavidad de Gran Dolina. También se ha encontrado un fragmento de cráneo perteneciente a Homo heidelbergensis.

3. TRINCHERA – GRAN DOLINA (TD)

Situada a sólo cincuenta metros de Trinchera - Galería. En el año 1978 empiezan los primeros trabajos en el yacimiento, y en 1981 comienza la excavación. Mientras la excavación en área sigue avanzando lentamente (ante la densidad de evidencias) en los niveles superiores, un sondeo lateral iniciado en 1993 permitió alcanzar los niveles más antiguos.

Según los datos actuales, Gran Dolina se abre por primera vez al exterior hace aprox. un millón de años. El derrumbe del techo de la cavidad propició que empezara a rellenarse con sedimentos exteriores. Durante miles de años, este proceso de sedimentación convivió con el uso de la cavidad como lugar de hibernación de osos de la especie Ursus dolinensis, y como lugar de carroñeo de ungulados que caían en esta trampa natural. Carroñeo en el que también participaron los homínidos, como se constata en el nivel TD4.

Poco a poco la trampa fue perdiendo eficacia pero, a cambio, fue ganando interés como refugio para las hienas (niveles TD5 y TD6). Y para esporádicas visitas, y tal vez lugar temporal de refugio, de grupos humanos. En los inicios del TD-6, las ocupaciones humanas fueron ganando en intensidad, en una fase de clima más cálido que el actual.

En dicho nivel (o Estrato Aurora), la presencia de fósiles de rata de agua 'Mimomys savini' le aseguraban al menos 600.000 años, y la constatación por datación paleomagnética que se había depositado antes de la fase de polaridad inversa de la reversión Brunhes-Matuyama le garantizaban una fecha anterior a los 780.000 años. Los investigadores calculan ahora una antigüedad de 850.000 años para este estrato TD6, repleto de fauna, con más de 200 útiles de ind. Lítica. Pero lo más destacado es la recuperación de restos humanos de al menos seis individuos: dos niños, de entre 3 y 4 años, un preadolescente de 10-12 años, un adolescente de unos 14 años, y dos adultos jóvenes de unos 20 años. Los restos humanos aparecieron revueltos y literalmente cubiertos por restos de fauna y de la talla de útiles. Y en varios casos presentan marcas hechas con sílex que indican el destazado, es decir, el desmembrado y descarnado de los restos. Todo ello en consonancia con posible canibalismo.

Las peculiaridades de los homínidos localizados permitieron a los investigadores definir una nueva especie, el Homo Antecessor, con unos patrones de crecimiento y maduración, tamaño corporal y proporciones, similares a las actuales.

Con el fin del Pleistoceno inferior, hace 780.0000 años, se documenta un abandono total (por causas hasta hoy desconocidas) de la cavidad por parte de los grupos humanos (niveles TD7 y TD8), mientras que las hienas siguen usándola (sobre todo en el nivel TD8).

Hace medio millón de años, vuelve a ser usada la entrada de la cueva de Gran Dolina, como hábitat y enclave referencial dentro del entorno de la sierra. La enorme cantidad de fauna y útiles encontrados (nivel TD10) constatan su habitación en el tramo central del Pleistoceno medio, desde hace unos 500.000 hasta hace unos 300.000 años.

En cuanto a la industria lítica, con una cada vez más cuidada selección de la materia prima a su alcance, la talla estandarizada de lascas les proporcionó una amplia variedad de útiles (puntas, raederas, denticulados). La principal actividad constatada en el estudio microscópico de huellas de uso es la de carnicería, aunque también se ha podido identificar el trabajo de piel y de la madera.

De las dos unidades superiores de las cuatro identificadas en TD10, la más moderna (TD10.1) muestra, como en otros conjuntos de Atapuerca, el consumo preferente de ciervos y caballos, y variedad de materia prima en la factura de útiles. La unidad TD10.2, sin embargo, muestra la ocupación de la cueva por grupos extremadamente especializados en la caza y procesado de bisontes, y el uso casi exclusivo del sílex.

Por debajo de esta unidad, y con una cronología de más de 400.000 años, en TD10.3 y TD10.4, coetáneos a Galería y Sima de los Huesos, vuelven a aparecer las estrategias diversificadas (en cuanto a fauna consumida, y materia prima) características de Atapuerca. La excavación del TD10 irá aportando información sobre el mundo del Homo heidelbergensis.

Y la información que aporte el gran trabajo investigador que se está realizando en el conjunto de yacimientos de esta joya paleoantropológica que es Atapuerca, sin duda aportará novedades importantes al estudio de la historia de los homínidos en el continente europeo en el último millón de años.

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